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Enterrar los residuos de las cosechas es una práctica muy interesante para conservar el equilibrio húmico de los suelos en la forma más natural y económica posible, ya que con esta práctica se devuelve al suelo una parte importante de la materia orgánica que se ha formado en el desarrollo del cultivo.

La cantidad de humus que se genera con esta práctica depende del volumen de residuos y de su composición. En este sentido pueden tenerse en cuenta las consideraciones señaladas para los abonos verdes, aunque en este caso se espera a retirar la cosecha y únicamente se entierran los residuos que no representan la cosecha principal.

Según sea la especie cultivada y el sistema de cultivo, habrá más o menos residuos y, a su vez, cuanto mayor sea su contenido en materia seca y más elevada sea su composición lignocelulósica, se producirá mayor cantidad de humus estable.

Residuos ricos en agua y poco lignificados generan poco humus que, por otra parte, es un humus muy lábil que se mineraliza muy rápidamente.

Con rotaciones de cultivo bien ordenadas y gestionando adecuadamente el enterramiento de los residuos de las cosechas, es posible conseguir en la agricultura mediterránea una recuperación que puede variar entre el 30 y el 50% de la cantidad de humus del suelo mineralizado durante el desarrollo de la rotación. 

 

Residuos de cosechas Enterrarlos para aportar Materia Orgánica

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